Aday marchó en busca de un país libre

miércoles, 27 de noviembre de 2013




“Qué vida tendrá tu muerte, cuando la patria navegue por un horizonte libre”. Siempre la muerte es una noticia amarga, desagradable, difícil. Los corrillos en torno al duelo suelen afirmar que “no somos nadie”, que la muerte viene cuando menos te la esperas, que la vida es corta y que hay que disfrutarla. Pero en este caso toda esa palabrería se queda corta. Aday tenía 27 años y toda una vida por delante. Tenía una fuerza descomunal y unas enormes ganas de vivir. Irradiaba felicidad, tolerancia, espíritu crítico y ganas de hacer cosas. Para esta misma semana tenía prevista una reunión con la concejala correspondiente, con motivo de la iniciativa por la recuperación del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria

La noticia de la muerte de Aday Santana dejó estupefacto a todas las personas que la iban conociendo. La incredulidad era el sentimiento más repetido. Cuando se fue confirmando el trágico suceso, las redes sociales se llenaron de banderas canarias con crespones negros. Cada uno a su manera iba recordando al muchacho. Aday se había destacado por su compromiso por la independencia de Canarias, por los derechos de gays y lesbianas o por la defensa del territorio. Solía participar en la vida cultural de su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, era un asiduo a todo tipo de manifestaciones y su actividad en las redes sociales era digna de comunity mánager. Sus peticiones al alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona, sus críticas (siempre constructivas) sobre el funcionamiento de las guaguas o sus apreciaciones sobre los eventos culturales de la ciudad, quedarán marcadas como un ejemplo de que se pueden cambiar las cosas hasta en las cuestiones más pequeñas. 

Echaremos de menos su carácter conciliador, democrático y siempre dispuesto ayudar. Era de esas personas imprescindibles, que ayudan a fomentar el espíritu crítico y a cuestionar hasta las cosas más evidentes. Dicho sea de paso, también era un muy buen ser humano. A pesar de la tristeza de la noticia, nos queda la alegría de que algún día podremos presumir asegurando que nosotros también conocimos a Aday Santana. Él no lo sabía, pero pretendíamos subirlo en un barco rumbo a Sietesitios. No fue posible, pero su espíritu está impregnado en este proyecto. Aday tomó otro rumbo: se marchó a otra vida, en busca de un país verdaderamente libre.

Descansa en paz, Aday Santana.

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Sietesitios 2014
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