Thomas Sankara ¿Qué puede aportarnos?

miércoles, 20 de noviembre de 2013


Thomas Sankara, también conocido como el 'Che Guevara africano', ex-presidente de Burkina Faso, se ha convertido en un auténtico icono de la izquierda africana por su integridad y compromiso con sus ideas nacionalistas, anti-imperialistas y revolucionarias. Pero ¿Qué puede aportar a Canarias y el mundo?

Las Islas Canarias están en África pero, al mismo tiempo, no lo están. Sin entrar en el debate sobre la africanidad de Canarias, es de lamentar el desconocimiento generalizada de la sociedad canaria sobre el continente del que, al menos geográficamente, formamos parte. Esa ignorancia sobre uno de los continentes de nuestra caraqueada 'tricontinentalidad' es sólo comparable al desconocimiento sobre nuestra historia como pueblo. Ambos hechos tienen en común que constituyen un mecanismo que nos desarraiga  de nuestro entorno natural, y por tanto de nuestra realidad. Un pueblo descentrado transitando un  espejismo virtual.

Los perjuicios van de la mano de los prejuicios, por tanto no son pocos. Dificulta nuestra proyección internacional, nos impide mirar para otro lado que no sea Europa y la hermana América. Nos impide consolidar confianzas en nosotros mismos como sociedad. Pero, sobre todo, imposibilita que nos beneficiemos de las aportaciones y oportunidades de África. Y en la política, en las ideas, también África puede aportar referencias. Si bien todo lo que huela a imitar modelos extranjeros nos produce náuseas, si bien Canarias, como cualquier otro país, debe desarrollar su propio modelo de construcción nacional y social, no es menos cierto que los seres humanos no vivimos, afortunadamente,  en burbujas nacionales. Existen ciertos referentes, y modelos generados en un país o territorio determinado que, sin copiar, inspiran el desarrollo de procesos políticos en otros rincones del mundo.

Un ejemplo de ello es la figura de Thomas Sankara, también conocido como el 'Che Guevara africano'. Su vinculación con el Che Guevara viene no sólo de compartir ideales en común, sino de un conjunto de casuales coincidencias. Pero si algo lo ha convertido en un auténtico icono de la izquierda africana es su integridad y compromiso con sus ideas nacionalistas, antimperialistas y revolucionarias. 

Presidente de Burkina Faso de 1983 hasta 1987, año en que fue asesinado.  Fue un capitán militar marxista y teórico panafricanista. Llega al poder tras un golpe de estado y como presidente impulsa la llamada Revolución Democrática y Popular que calificó de antimperialista. Hasta aquí podría tratarse de un clásico régimen socialista del siglo XX inspirado en la URSS, pero Sankara aportaría formulas nuevas no sólo en África sino en el mundo. 

Su concepción política básica era la integridad, en consecuencia la lucha encarnizada contra la corrupción fue su principal orientación en la acción política. Para dar ejemplo, renunció a los tradicional 'culto al líder' de otras revoluciones socialistas y prohibió la exhibición de su retrato en lugares públicos. Fue tal su empeño que llegó a cambiar el nombre de la ex colonia francesa Alto Volta por el que sería el definitivo, Burkina Faso, es decir, 'El País de los hombres íntegros'. Otras carácterísticas singulares de su política fue la importancia que otorgó a los derechos de la mujer, lucha contra el SIDA, la soberanía alimentaria y su sensibilidad con el medioambiente y la cultura popular. A pesar de haber sido un militar heróico en las guerras que participó, años después rechazó la guerra viéndola como “injusta e inútil”. Su obsesión era erradicar las habituales hambrunas que azotaban el país y su prioridad fue el desarrollo de la sanidad y educación.   

La Burkina Faso de Sankara

Thomas Sankara en una visita oficial a Togo. Fuente: www.thomassankara.net
Las primeras medidas del gobierno de Sankara destaca la abolición de los privilegios de los jefes tribales. Estos privilegios permitían, cual caciques, recibir pago de tributos y el trabajo obligatorio, una reiminiscencia de la esclavitud y la servidumbre. El objetivo era lanzar el programa de cambio social y económico más ambicioso jamás impulsado en África. Para apoyar sus desafiantes políticas el gobierno impulsó la participación ciudadana con la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Se implantó una reforma agraria que posibilitara prevenir hambrunas y garantizar la autosuficiencia agraria acompañada de la plantación de 10 millones de árboles para frenar la desertización. Incentivó la investigación y recuperación de una amplia variedad de alimentos sanos tradicionales en Burkina Faso que fueron dejados de lado o estigmatizados por la cultura alimentaria colonial. El logro fue notable, y en tres años hizo al país autosuficiente en materia alimentaria. Una campaña educativa se extendió por todos los rincones del país  con el objetivo de la alfabetización total del mismo. De manera simultanea planificó la construcción de una red de carreteras y ferrocarriles que “unirían la nación”.
Campaña de reforestación nacional. www.thomassankara.net
En el ámbito de la sanidad del gobierno dió gran importancia a la lucha contra el SIDA y fue pionero  en reconocer públicamente a dicha enfermedad como una gran amenaza para África. También llevó a cabo una campaña de vacunación de 2'5 millones de niños contra el sarampión, meningitis y la fiebre amarilla, toda una proeza para uno de los países más pobres del mundo. Pero uno de los logros más significativos de Sankara fue la mejora del estatus de la mujer en el país. Se prohibió tajantemente la mutilación genital femenina, el matrimonio forzado y la poligamia. Pero lo más impactante fue su notable esfuerzo en alcanzar la igualdad de género isertándola en el sistema educativo, en el gobierno e incluso en el ejército, algo inédito en nuestro continente. 

"La revolución y la liberación de la mujer van unidas. No hablamos de la emancipación de la mujer como un acto de caridad o por una oleada de compasión humana, es una necesidad básica para el triunfo de la revolución. Las mujeres ocupan la otra mitad del cielo". 
Thomas Sankara

La mujer en el ejército bajo el gobierno de Sankara. www.thomassankara.net
A nivel exterior Burkina Faso optó por una posición antimperialista y evitó toda ayuda exterior para huir de cualquier tipo de dependencia del Banco Mundial y el FMI. Su lema al respecto era "el que te alimenta, te controla" ya que  la "ayuda" extranjera solo produce "la desorganización y el servilismo". También confluía  aquí una de sus grandes aspiraciones: la confianza en sí mismos de los pueblos africanos. Esa seguridad es necesaria desarrollarla desde la independencia y soberanía no sólo económica, sino cultural.

Ante el temor de que una oposición manipulada por poderosos poderes intereses financieros globales fuera un escollo en esta ambicioso proyecto revolucionario, el Gobierno cayó en una deriva cada vez más autoritaria que acabaría prohibiendo la prensa libre y los sindicatos. Finalmente, fue asesinado en 1987 junto a doce oficiales tras un golpe de estado por su antiguo colaborador Blaisse Compaeoré. Estableció una dictadura y revocó sus políticas.

Thomás Sankara, el ser humano.


Sin duda fue su particular visión del nacionalismo y del socialismo el que imprimió su sello particular al Gobierno de Burkina Faso que llamó algo la atención del mundo. Todo ello en unos tiempos de claro desgaste del modelo socialista soviético que quedaría confirmado tres años después del asesinato de Sankara. Pero para entender la singularidad de este militar y político africano, tenemos que acercarnos a su manera de vida y medidas simbólicas. Su carisma venía de su sólida formación, hablaba un francés fluido y destacó por su heroísmo como piloto de combate. Sobresalió también en el campo musical. Además de interpretar temas de jazz con la guitarra, compuso la letra del himno nacional de Burkina Faso. Incluso diseñó su bandera. Aún hoy posee una gran popularidad entre las clases populares de Burkina Faso y otros países del África negra.

El empeño de alcanzar la integridad le llevó a imponer medidas ejemplarizantes a él mismo y los propios funcionarios estatales e integrantes del gobierno. Como presidente, bajó su sueldo a sólo 450 dólares americanos al mes y limitó sus posesiones materiales a un automóvil, cuatro bicicletas, tres guitarras, un frigorífico convencional y un congelador roto, además de la casa donde vivía con su familia. En su gobierno redujo los sueldos de todos los funcionarios públicos, prohibió el uso de chóferes del gobierno y los billetes de primera clase de avión. Obligó a los funcionarios públicos a destinar un mes de salario a los proyectos públicos. Se vendió la flota de Mercedes-Benz del gobierno e hizo del Renault 5 -automóbil más barato en aquel momento en el país- fuera el coche oficial de los ministros. Exigió a los funcionarios públicos llevar una túnica tradicional africana, hecha de algodón y tejida por artesanos del país. 

A nivel internacional ideó la creación un frente unido de naciones africanas que rechazan pagar su deuda externa. Sostuvo que los pobres y explotados no tienen la obligación de devolver el dinero a los ricos y explotadores. Sus discursos en la Organización Para la Unidad Africana (OUA) denunciando el dominio neocolonial fueron célebres.

¿Qué puede aportar el legado de Sankara a Canarias?

Shankara es hoy un referente fundamental de la izquierda africana.
Como declaró Sankara, una semana antes de ser asesinado: «aunque los revolucionarios, como los individuos, puedan ser asesinados, nunca se podrán matar sus ideas». Y muchas de las sensibilidades e ideas de Sankara fueron, y y aún hoy son, profundamente innovadoras y revolucionarias. Sankara, a pesar de no disimular su admiración por la épica Revolución Cubana, y su autoritarismo recrudecido en sus últimos años, intentó hacer una cambio real y autocentrado en su propio país. Para ello no buscó copiar modelos externos  de manual, al contrario, hizo un gran esfuerzo por estudiar su propia realidad como pueblo sin perder la perspectiva global para diseñar sus políticas. Entendía que en su propio país era absurdo seguir los guiones clásicos de las revoluciones socialistas de otras latitudes, y actuó en consecuencia. Estudió su realidad y la de otros pueblos en una situación semejante para dar respuestas a esa realidad. 

Comprendió que no sólo con unas directrices socialistas todo cambiaría, sino que era necesario aplicar medidas específicas contra males profundamente arraigados como la discriminación de género o el deterioro del medioambiente y la psicología del pueblo. De  ahí su insistencia, en primer lugar, de la liberación frente al neocolonialismo a través de la confianza en sí mismos y la integridad. Vio con claridad que los cambios de arriba abajo no sería reales sino se desarrollan desde la médula de la sociedad, es decir, las mentes de los propios ciudadanos. La corrupción, efectivamente, es una de las claves de la dominación colonial. Una sociedad corrupta es incapaz de dirigirse a sí misma. La  autoestima y la confianza en sí mismos es otro de los campos psicológicos que los colonizadores siempre intentaron destruir en los colonizados. Un pueblo sin estima y confianza no podrá organizarse, unirse para intereses comunes y caerán en una espiral de desconfianza y enfrentamientos intestinos que pedirán el arbitrio y dominación de las potencias extranjeras.

No todo fueron aciertos e innovaciones ejemplares. El recrudecimiento del autoritarismo y la derogación de libertades fundamentales son las sombras del gobierno de Sankara, un error que quizás aceleró su caída. 

No obstante, la esencia de sus ideas y su acción política demuestran que los cambios son posibles, que las realidades se pueden cambiar y obtener resultados. De países como Burkina Faso se piensa que son ya normales las hambrunas, la corrupción y las guerras civiles. Qué los burkineses por alguna desdicha están incapacitados, carecen de voluntad para cambiar la situación o sencillamente carecen de cualquier medio para ello. De Canarias pensamos casi  lo mismo: no podemos cambiar las injusticias, imposible cambiar nuestro modelo económico y estatus político. Estamos destinados a que desde fuera nos tutelen, solos no podemos. En el fondo, tras los barrotes de oro y la apariencia de sociedad moderna y europea, Canarias no es tan diferente de cualquier pueblo colonizado al merced de los pequeños y grandes imperios. Arrastramos las mismas lacras corruptas y faltas de autoestima. Una cultura e identidad despreciada y en extinción, una corrupción que bate récords mundiales, unos enfrentamientos internos tan absurdos como dañinos, falta total de soberanía y confianza. 

Canarias puede cambiar, necesita confiar en sí misma, desarrollar su autoestima, tomar los derechos sociales y la cultura popular y la defensa del medioambiente como bandera. Se trata de ejercer la soberanía, la responsabilidad desde la integridad y autoestima. Sin ese cambio de médula no ganaremos el poder de decisión sobre nuestro futuro, pereceremos como pueblo.

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Sietesitios 2014
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