Grande Telde

jueves, 12 de junio de 2014

Foto: Arístides Rodríguez
Jose Carlos Martín*. Alguien dijo que el respeto o es mutuo o de lo que hablamos es de sumisión, de coacción edulcorada, de una perversa manipulación de lo que entendemos por buenas maneras o educación. Tras lo acontecido en la tarde de ayer en Telde, que no es poco, y que tiene muchas vertientes de explicación, la delegada del gobierno español, la Alcaldesa de Telde y miembros del séquito invitado al privatizado pregón de Jose Manuel Soria, se han apresurado a descalificar de muy variadas formas, pero similar y prefabricado argumentario, la aireada reacción ciudadana a sus comunes dislates. 


Alega la Delegada Hernández Bento sobre la actitud de los manifestantes, que “el insulto no es un argumento y que por ende ha de darse una respuesta contundente a quien no se atiene al respeto institucional”. Postula por su parte la alcaldesa, que ella “respeta todas las opiniones”, incluidas las de todos aquellos que ella dejó fuera de la Ermita, rodeados de policías y tildados de vándalos que empañaron su capricho y reverencia. Y qué decir del séquito distinguido que sí tuvo opción de ser invitado expresamente al evento, la cúpula del PP en Canarias y Gran Canaria, en sustitución de cualquier vecino de Telde, por cierto, tan hijos como el ministro de esta más grande y digna desde ayer. De estos últimos sólo cabría decir que era una especie híbrida entre LA CASTA y sus mayordomos, pocos eran de Telde y el halo de pleitesía les envolvía.

Por eso entender bien lo del respeto es fundamental y así enjuiciar mejor lo de ayer en una más justa dimensión. No es equivalente una pedrada a una provocación institucional, pero son igual de repudiables porque en ambas hay una dosis de violencia. No es justificable que alguna persona pudiera ver comprometida su integridad física por participar en el evento de ayer, pero tampoco lo es que se declare el estado de sitio en un barrio, se enjaule a quienes quieren expresar su disconformidad en la vía pública y pacíficamente o que se prepare un dispositivo antidisturbios nada disimulado en vez de tener más mano izquierda y sentido amplio de la democracia.

Me pregunto qué tipo de respeto recíproco espera el Sr. Soria si con sus formas y deslealtades manifiestas, institucionales incluidas, no sólo se pasa por el forro lo que piensan otros “empleados públicos” como lo es él, a los que les debe respeto por también representar a los canarios en Cabildos, Parlamento Canario o su gobierno. Me pregunto qué tipo de respeto recíproco espera nuestra multimputada y acusada en firme por corrupción cuando, en un acto unilateral, irreflexivo e irresponsable mantiene la elección de un pregonero que, aún siendo hijo de Telde y nacido en Canarias, ya se intuía que desluciría el halo festivo que toda celebración conlleva y de la que ha salido escandalizado hasta el cura párroco del barrio y Basílica. Me pregunto a qué tipo de respeto apela la Sr. Hernández Bento por parte de los ciudadanos que pagan su sueldo de Delegada del gobierno, cuando sitia el barrio en que viven, corta su normal circulación viaria durante horas, se trae 70 policías antidisturbios, detiene a viandantes no invitados al evento y se despacha con los típicos tópicos de antisistema para catalogar a quienes están hartos de que se les trate como si de súbditos se tratara.

Decía antes que el respeto o es recíproco o es otra cosa, una perversión al servicio de quien quien imponer su criterio. Falta de respeto es que el Sr. Soria diga que no habrá consulta alguna sobre este tema, falta de respeto es que lo anuncie con sorna y perversidad provocadora la víspera de la celebración del 30 de Mayo. Falta de respeto es que dijera anoche mismo en televisión que las únicas aguas canarias que conoce son las de Firgas y Fuentealta, como si su chulería no tuviera siquiera el límite que se le supone a alguien que se pretende canario, se debe como empleado público y se le suponen como alto responsable de eso que llaman gobierno.

No pueden pedirnos respeto quienes a cada acción, a cada decisión ministerial o municipal infieren dolor, sufrimiento o casi violencia en forma económica, social, laboral o ética en nuestras vidas. No pueden exigir respeto institucional quien no respeta a quienes precisamente les han colocado en esas instituciones o cuando menos les pagan sus sueldos para hacer que sus vidas mejoren. No pueden pedirnos respeto cuando se nos falta constantemente a quienes somos mayoría. 

Por todo ello ayer en Telde, no sólo los que insultaron, quemaron un contenedor o tiraron alguna piedra nos perdieron el respeto a la mayoría. Desde mucho antes, el Sr. Soria, su delegada del gobierno, la alcaldesa y su séquito, han estado faltanto el respeto a la decencia, a la inteligencia, a la democracia y a la normal convivencia de a quienes se deben y, de esos lodos, estos barros.

Ayer el pregonero de las fiestas de San Juan, por obra y “gracia” de la alcaldesa de Telde y la colaboración necesaria de los Santos custodios, llegó, pregonó y salió huyendo de la ciudad. La mitad de su gobierno se ausentó, el 50% de la corporación estaba tras las vallas y el vecindario no estaba, no se le esperaba, no importaba. 

Ayer quienes hicieron ganar el respeto que Telde merece por Grande en toda Canarias fue la ciudadanía. Ayer Telde fue la voz y la capital de la dignidad canaria. Hoy Telde es noticia, esta vez de las que dan orgullo, porque ayer sus vecinos y vecinas exigieron respeto y este se hizo clamor que enmudeció y puso en su sitio, acorralados, a quienes se han acostumbrado a no respetarnos.

Jose Carlos Martín Puig es sociólogo*


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Sietesitios 2014
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