Elecciones europeas en Canarias. ¿Y ahora, qué?

lunes, 26 de mayo de 2014

Y con el tradicional baile de números acabará la fiebre electoral que toca en esta ocasión. Estas elecciones europeas han sido, más que otra cosa, un tanteo al enfrentamiento que vienen disputando los partidos que defienden la continuidad del modelo político, frente a los que proponen alternativas; tantas como siglas.

Y aquí estamos nosotros, esta pequeña pero distinguida realidad que observa más que actúa en los escenarios donde le toca intervenir. Podemos hacer el siguiente resumen -y no se interprete el comienzo de la oración como una arenga política-:

El PP obtiene en Canarias el 23,34 % de los votos válidos; el PSOE, el 22,24 % y CC-PNC, un 12,21 %. Números llamativos si tenemos en cuenta los de los que vienen detrás. Ese impulso de IU y PODEMOS, entre otros, que empiezan a tocar la puerta del panorama electoral. Pero ciñámonos a "los que nos representan" históricamente. La abstención fue, como se esperaba, mayúscula para una democracia madura. Es evidente que no terminamos de creernos Europa, y razones tenemos los que padecemos la ultraperificidad. Todo suma, y si tenemos en cuenta ese detalle, los votos en blanco y los votos nulos, el respaldo electoral propiamente dicho es muy distinto a los grandes cachitos de queso que veremos en las gráficas del arco europarlamentario. Realmente, el Partido Popular obtiene el apoyo del 8,48 % de los canarios que estaban llamados a las urnas el 25 de mayo. El Partido Socialista Obrero Español fue respaldado por el 8,08 %. Coalición Canaria y el Partido Nacionalista Canario en su Coalición por Europa recibieron el sí de un 4,44 % de la población. Esto fue lo que dijo Canarias por acción, y no por omisión. La traducción es que estos votos nuestros iban a sumarse a los que se emitieron en todo el Estado español para conformar los 54 escaños que tienen que representarnos a todos, canarios incluidos. 

Voto emitido: empieza el reparto. El Partido Popular obtiene 16 escaños, el PSOE ocupará 14, y 3 serán los que tenga la Coalición por Europa. La lectura es sencilla y preocupante a partes iguales: el 42,59 % de los escaños que en Europa tiene el Estado español, están legitimados por el voto del 21 % de la población canaria. Si somos más ambiciosos en la estadística, tenemos que los 54 eurodiputados que "velarán por los intereses de los pueblos de España", -y ahí suponemos también deben estar los nuestros-, solo han sido elegidos por el 32,44 % de los electores canarios. 

Que algo falla, es evidente. Que la política nos resulta ajena, también. Las causas y los culpables pueden ser varios e incluso pueden ser partes iguales en un círculo vicioso de desgaste recíproco. En lo que todos debemos estar de acuerdo es que hay que hacer algo. Siguen latentes las cuestiones que no hallan solución: ¿Se pueden defender nuestros intereses en este euroescenario? ¿Caben las cuestiones canarias en la mano de los 54 diputados para los que ya somos una excepción y que deberían darnos voz entre los 751 europeos que deciden nuestros designios? Parece obvio que no. En todo caso, este parlamento puede usarse de vocero nuestra realidad, y sus elecciones como un adelanto de las que verdaderamente pueden dar un espacio a nuestra situación y la posibilidad de cambiarla. Con vistas a estos nuevos desafíos hay que trabajar, pero la falta de cultura política de esta tierra hace que las urnas sean poco más que una tabla comparativa de resultados, en lugar de una herramienta de cambio real de nuestro día a día. Primero hay que darnos forma desde la base, y cuando sepamos lo que queremos por nuestro propio sentido crítico, tendremos un escenario propicio para batir nuestra decisiones frente a las de las viejas y apoltronadas siglas.
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Sietesitios 2014
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