Samuel Toledano (primero a la derecha) en la reunión de la subcomisión sobre la industria audiovisual. Fuente: El Digital de Canarias |
PREGUNTA: ¿Cuál es el
panorama actual del periodismo? En relación a la situación en general y luego
en concreto de Canarias y el Estado.
RESPUESTA: Vivimos una situación muy complicada. Existe
la gran paradoja de que el periodismo es una profesión, un oficio, que tiene y
seguirá teniendo un papel fundamental en la construcción y consolidación de las
democracias. Sin embargo, al mismo tiempo, la posibilidad de vivir dignamente con
esta profesión se está haciendo cada vez más difícil. Lo que sucede en España y
en Canarias está en línea con el panorama actual en los llamados países
desarrollados. Hoy más que nunca es necesario un periodismo fuerte, serio,
ético y comprometido profundamente con los valores democráticos. Y digo hoy más
que nunca porque, con esta llamada crisis, el poder se ha trasladado
públicamente de los órganos o instituciones de representación popular a un
conjunto de actores que, bajo el paraguas del sistema financiero, deciden y
marcan las pautas de nuestra sociedad. Estos actores han conseguido que la
crisis refuerce el estado natural del capitalismo, destruyendo el
-voluntariamente deteriorado- estado del
bienestar para afianzar su modelo económico-político-social dominante.
P: ¿Hasta qué punto
inciden los intereses empresariales y financieros en la orientación de un
medio?
R: No inciden,
deciden. Los medios, muchos de los cuales están manejados por personas
completamente ajenas al periodismo, están más obsesionados con la rentabilidad
económica que en la calidad del producto. Y en ese afán por la rentabilidad,
que en muchos casos es cierto que es una cuestión de supervivencia, optan por
agarrarse a los prestamistas públicos y privados que buscan influir en la
sociedad a través de los medios. La publicidad, subvenciones y demás presiones
que pueden ejercer las elites locales, estrechamente vinculadas entre sí, marca
líneas muy claras en lo que finalmente acaba publicado en el medio.
"Los intereses empresariales no inciden, directamente deciden"
P: ¿Esa orientación
acaba determinando la agenda?
R: La agenda dominante no deja de ser algo relacionado
con la agenda de los actores dominantes. Es
sencillo, casi absurdo, pero se trata de que quien grita más o grita más a
menudo es quién más se oye, aunque lo que tenga que decir, sobre los mismos
temas caducos, no tenga un verdadero interés social. Marcan la agenda casi
por una mera cuestión de bombardeo informativo: ruedas de prensa, comunicados,
eventos, desayunos informativos, declaraciones públicas... y un interminable
elenco de apariciones supuestamente relevantes que quitan espacio a otros
actores que, visto con la perspectiva social que debe tener un medio, tienen
cosas mucho más interesantes que decir.
"La agenda dominante no deja de ser algo relacionado con la agenda de los actores dominantes. Es sencillo, casi absurdo, pero se trata de que quien grita más o grita más a menudo es quién más se oye, aunque lo que tenga que decir, sobre los mismos temas caducos, no tenga un verdadero interés social"
P: ¿Los medios
controlados hacia un determinado lado, son beligerantes con los trabajadores
que se salen de ese marco?
R: Los medios que
entienden la información como un mero producto que se compra y se vende siempre
van a tener la mentalidad absurda de que el trabajador es un gasto, y no una
inversión. Pasa en los medios, al igual que en educación o sanidad. Y
lamentablemente, si algún trabajador quiere aportar y defender líneas
informativas diferentes o simplemente unas condiciones laborales medianamente
dignas, pues es marginado o despedido.
P: En el Informe McBride
de 1980 se alertaba de la concentración de los medios de comunicación. Riszard
Kapuscinsky hablaba en “Los cínicos no sirven para este oficio”, de temas como
el negocio creciente de la prensa, asumido por personas ajenas al periodismo. ¿Todas
estas sospechas se han consumado?
R: El informe McBride tenía una mirada postcolonial.
Habían pasado varios años desde el proceso de descolonización en África, y más
de dos siglos del de América Latina, y resultaba evidente que unos grandes
emporios controlaban todo el espectro informativo. Personas o grupos que
deciden qué porción de la realidad debe ser contada y cómo debe ser presentada
a los ciudadanos. Y en ese campo, donde la competencia entre grandes moles de
la industria cultural es feroz, salen a la luz los cínicos, muchos ajenos al
periodismo pero otros reconvertidos en especuladores de bolsa que reprochan a
sus trabajadores haber vivido muy bien, mientras ellos se lucran gracias a
fondos de inversión o cuentas en paraísos fiscales.
"Los medios que entienden la información como un mero producto que se compra y se vende siempre van a tener la mentalidad absurda de que el trabajador es un gasto, y no una inversión"
P: ¿Cómo afecta a un
periodista la concentración empresarial?
R: La concentración es negativa por la lógica de que se
reduce el número de visiones. Cuantas más empresas, más posibilidades de que
florezcan puntos de vista diferentes. Casi que, hablando en términos de
mercado, es una cuestión de oferta y demanda. Ahora se aprovechan de que hay
mucha demanda, pero por suerte, los profesionales han aprendido a ser ellos
mismos su propia oferta. El reto está ahora en ver cómo subsistir siendo oferta
y demanda al mismo tiempo, es decir, ser periodista en un medio pequeño o
unipersonal.
P: Por otro lado
aparecen los poderes financieros. Nuria Almiron en su texto “La convergencia de
intereses entre banco y grupos de comunicación: el caso de SCH y PRISA”, ofrece
algunas pistas sobre esta relación. Para Almirón Prisa tiene una doble relación
dependiente con la entidad financiera dirigida por Botín: por un lado los
directivos que comparten una y otra entidad y por otro la dependencia económica
de la empresa informativa a través de créditos hacia la entidad bancaria. ¿Cómo
es esta relación?
R: Y Botín no es el único. Es una relación con los
grandes poderes. Sólo hay que ver la
cobertura de América Latina y los gobiernos de izquierda que han surgido para
ver la cruzada mediática de medios, hoy ya rozando el centro derecha, como El
País. Salen en defensa de sus prestamistas, de sus avales. Es el peligro de
codearte con sectores con mucho dinero. Quieres ser como ellos y dejas de ser
periodista: Cebrian, Moreno, etc.
"Es una relación con los grandes poderes. Sólo hay que ver la cobertura de América Latina y los gobiernos de izquierda que han surgido para ver la cruzada mediática de medios, hoy ya rozando el centro derecha, como El País"
P: Con la llegada de la
crisis económica, buena parte de los medios de comunicación públicos y privados
han impuesto distintos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) a sus
trabajadores. ¿Han aprovechado la crisis o es una pérdida real de capital?
R: Los medios aprovechan resquicios, leyes o cualquier
excusa para “sanear” sus cuentas. La
crisis afecta a todos, eso es cierto, pero los problemas de gestión empresarial
estaban antes. Malos gestores económicos, como en algún periódico de Canarias,
siguen en sus puestos mientras han pasado directores, redactores jefes, se han
despedido trabajadores, se han contratado becarios y otro conjunto de cambios
en el lado de quien elabora el producto. Y las ventas siguen ahí abajo. Quizás
es un problema de los que gestionan empresas y no de los que escriben
información...
P: ¿Los medios deberían
aprender que los tiempos han cambiado y que no ganarán tanto dinero como antes?
R: Tienen que
aprender a ser rentables. Pero tienen que aprender que para ser rentables
económicamente no hay que convertir el medio ni en un instrumento de propaganda
ni en un boletín sensacionalista. Es un reto, pero los ciudadanos se lo merecen
y lo necesitan. Está en juego un derecho fundamental, no las cuentas de una
empresa. Pero es obvio que si no hay rentabilidad, ese medio no garantizará ese
derecho. Quizás lleguen nuevos medios, más modestos, sin tantos aires de
grandeza, que cumplan con más ética ese derecho fundamental.
"Tienen que aprender a ser rentables. Pero tienen que aprender que para ser rentables económicamente no hay que convertir el medio ni en un instrumento de propaganda ni en un boletín sensacionalista. Es un reto, pero los ciudadanos se lo merecen y lo necesitan"
P: Y a los periodistas
como gremio, ¿cómo ha afectado la evidente precarización de la profesión?
R: Siempre ha sido una profesión muy desunida. No se
termina de entender qué sucede para que el periodista mire con tanto recelo a
los compañeros de redacción. El gremio, lamentablemente, nunca ha existido. Es
una profesión competitiva, cierto, con exclusivas que se buscan y que dan
prestigio y respeto, pero las condiciones laborales son un asunto del conjunto
de la sociedad. Quizás es el error que hemos apuntado... si a los propietarios de los medios se les subió a la cabeza codearse
con botines y condes, a muchos periodistas se les subió a la cabeza codearse
con futbolistas, concejales y empresarios. Y en ese panorama, lo colectivo
se queda en un segundo plano. Sin embargo, estamos ya en situaciones límites. Y
aunque suene extraño, es ahora cuando se toman conciencia de que, o salimos
todos, o no sale nadie.
P: En el Estado dos de
los ERE más sonados son los de El Mundo y El País. Desde su experiencia de
sindicalista, ¿qué consideraciones le merece estos casos?
R: Son grandes empresas, y como tal, se comportan. Aunque
lo que todos ya sabemos es que ni siquiera son sus directivos los dueños, sino
fondos de inversión, especuladores y actores financieros que buscan beneficio a
toda costa. Con esos dueños, no se puede esperar que el trabajador sea visto
como un aporte sino como un gasto.
"Si a los propietarios de los medios se les subió a la cabeza codearse con botines y condes, a muchos periodistas se les subió a la cabeza codearse con futbolistas, concejales y empresarios"
P: Y en Canarias,
¿cuáles han sido los ERE en prensa que más destacaría?
R: No es de la prensa, sino de la Televisión Canaria. Lo destacaría, no porque sus trabajadores
tengan más o menos relevancia que el resto, sino por el hecho de que desde lo
público se permite este destrozo a la profesión, privatizando la información y
dejando que haya beneficios vergonzosos para unas cuantas personas cuando los
trabajadores se van a la calle.
P: Quizá todo esto tenga
que ver con la falta de sentimiento de pertenencia de los periodistas a la
clase obrera, como así usted afirma en algunas entrevistas…
R: El problema del concepto de clase obrera es que jugamos
con un término que parece caduco. Las luchas y los movimientos sociales, en una
primera oleada, estaban orientadas a los derechos laborales. En posteriores
oleadas se orientan a derechos civiles y ahora incluso a movimientos del
entorno natural, etc. Ya dábamos por superado ese lenguaje marxista de obrero
versus patrón. Capitalismo suena a rancio, a viejo. Sin embargo, bajo el
disfraz de reformas, de regulaciones de empleo, de intervenciones humanitarias
o plantas de reciclaje de residuos sólidos descubrimos que hay recortes,
despidos, guerras y vertederos. El
periodista, como el conjunto de la sociedad, y con esa estrecha relación con
concejales y actores bien situados, pecó de vanidad. Y la vanidad basta con
frotarla con el extracto de la cuenta bancaria y tus 1000 euros mensuales... si
es que tienes mucha suerte. La cuestión no es tanto el término obrero, la
cuestión es si eres capaz de ver quiénes están a tu lado cuando vas a una
manifestación o esperas en la cola del paro.
"Destacaría el ERE en Televisión Canaria, no porque sus trabajadores tengan más o menos relevancia que el resto, sino por el hecho de que desde lo público se permite este destrozo a la profesión, privatizando la información y dejando que haya beneficios vergonzosos para unas cuantas personas cuando los trabajadores se van a la calle"
P: ¿Tiene que ver con la
relación continua de los periodistas con políticos, empresarios y poderes
financieros?
R: Totalmente. Influye verse rodeado. Entrevistas y haces
reportajes a señores y señoras que viven otra realidad.
P: Con esta crisis en
los medios, ¿qué plantea para que el periodista recupere su papel, se valore su
trabajo y tenga mayor libertad?
R: Tomar el control de lo que hace, tanto dentro como
fuera de su empresa. Reorientar la agenda informativa y el enfoque a lo que
importa a la sociedad. Y eso no implica caer en el sensacionalismo llorón que
busca la lágrima fácil. Al lector, al
ciudadano, hay que hablarle a la cabeza, a la razón, no a las tripas ni al
corazón. El periodista debe exigir su cuota de responsabilidad... no de
privilegio, sino de responsabilidad. Escribe para la sociedad, y como tal, debe
defender que lo que hace tiene que ser respetado, informativamente y
laboralmente.
"El periodista, como el conjunto de la sociedad, y con esa estrecha relación con concejales y actores bien situados, pecó de vanidad. Y la vanidad basta con frotarla con el extracto de la cuenta bancaria y tus 1000 euros mensuales... si es que tienes mucha suerte"
P: En la última asamblea
de la UPCC, se dio a conocer el dato de que una parte importante de los
afiliados se habían convertido a autónomos, ¿es este el camino o hay otros?
R: Es el camino que han dejado. Se trata sencillamente de
que si los medios despiden y contratan becarios que, después, vuelven a
despedir, el periodista o se recicla y cambia de profesión o busca fórmulas
alternativas para convertirse en emisor directo de su información. Buscar
salidas. Otra cosa es el invento llamado emprendeduría, que no deja de ser un
eufemismo de buscarse salidas cuando te han cerrado las puertas. Una
precarización que en muchos casos es falsa, puesto que te conviertes en autónomo
para colaborar externamente con empresas que ven que así es más rentable que
contratarte.
P: Una última cuestión
para terminar. Kapuscinsky, a quien citaba antes, dijo: “Cuando se descubrió
que la información era un negocio, la verdad de ser importante”. ¿Qué
herramientas tiene el periodista para evitar que la información sea un simple
elemento de transacción?
Pensar, reflexionar y situarse con los pies bien clavados
en la calle. Olvidarse de la información que viene prefabricada. Temas propios,
propuestas diferentes, historias que se quedan en el
olvido permanente y respetar, ante todo, respetar a los otros. Kapuscinsky lo
decía una y otra vez...empatía, saber escuchar y oír a los demás para poder
entenderlos. Suena sencillo, pero él ponía el acento en algo básico: para ser
buen periodista hay que ser buena persona.