En la sociedad descrita por George Orwell en su novela “1984”, uno de los cuatro ministerios que componían el gobierno era el Ministerio de la Verdad. El ministerio, donde trabajaba el protagonista Winston Smith, se encargaba de manipular o destruir todos los documentos históricos para que el pasado se asemejara a lo que el gobierno de Oceanía quería que fuese la realidad. El Ingsoc quería demostrar que siempre se estuvo en guerra con el enemigo con el que se luchaba en ese momento, aunque el día anterior se estuviera luchando contra otro y que la anterior sociedad dominante era un caos. “Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza”, repetía incansablemente el Gran Hermano.
Milorad Pávic en su “Diccionario Jázaro” escribía: “La verdad es transparente y no se ve, la mentira es opaca y no deja pasar la luz ni la mirada. Existe también un tercer caso, en el cual las dos primeras están mezcladas, y es el más frecuente. Con un ojo podemos ver a través de la verdad, y nuestra mirada se pierde en la inmensidad para siempre; con el otro ojo, en cambio, no vemos a través de la mentira ni a un palmo de la nariz, y la mirada no puede penetrar más allá, se queda en la tierra y es nuestra; así nos abrimos paso a lo largo de la vida caminando de costado. Por eso la verdad no se puede entender inmediatamente como la mentira, sino sólo comparando verdad y mentira”.
Últimamente diversos trabajos históricos y de otras ramas de las ciencias sociales, se han encargado de ofrecer visiones “arriesgadas” de la historia antigua de Canarias, negando el trabajo histórico riguroso de años y obviando las evidencias. Antonio Arnáiz, inmunólogo español, afirmó hace no mucho tiempo, que “no cree que los aborígenes canarios tengan exclusivamente raíces bereberes”. Las palabras de Arnáiz tuvieron eco en algunos medios canarios. Ahora Normando Moreno Santana niega en su libro “La Conquista de Tamarant (Gran Canaria) desde la perspectiva del derecho. Los pactos de la anexión y de Guayedra”, que la conquista de la isla de Gran Canaria fuera tal conquista, asegurando que en realidad lo que se produjo fue un pacto entre las élites isleñas y castellanas. El libro se presentó el pasado jueves 30 enero en el Museo Canario con la introducción del anterior Rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e historiador, Manuel Lobo Cabrera. Los años de trabajo histórico, de evitar sesgos y emplear un verdadero método científico, se discuten ahora con el trabajo de Moreno, con conclusiones novedosas y propias de otros tiempos. ¿Hay rigurosidad en las afirmaciones de Normando Moreno Santana o está funcionando el interés ideológico en restar importancia a las luchas que se dirimieron durante 94 años en el Archipiélago? ¿Es una vuelta a las disparatadas teorías sobre la Conquista de Canarias que se dieron auspiciados principalmente por el sector más conservador o Moreno Santana busca “la verdad transparente y que no se ve” de la que habla Pávic? La transparencia debe ser muy invisible porque hace décadas que no la ve nadie...
Un abogado haciendo historia e Historia
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Portada del libro "La Conquista de Tamarant (Gran Canaria) desde la perspectiva del derecho. Los pactos de la anexión y Guayedra" de Normando Moreno Santana. Foto: Museo Canario. |
Normando Moreno Santana es abogado de profesión y miembro del bufete de abogados Moreno, Pérez y asociados, situado en la calle Rafael Cabrera de Las Palmas de Gran Canaria. El despacho fue fundado por el propio abogado en 1978. Se encarga de cinco áreas básicas del derecho: Derecho Administrativo, Derecho Tributario, Derecho Civil, Derecho Mercantil y Área Económico Financiera. Moreno Santana es especialista en Derecho Administrativo, temas urbanísticos y del territorio. La contraportada de su libro, recogida en la presentación del evento que tuvo lugar el pasado jueves 30 de enero de 2014 en el Museo Canario, recogía las siguientes apreciaciones:
“Normando Moreno, en un ejercicio de responsabilidad, después de años de estudio y acopio de documentación y apenas unos pocos meses de redacción, pese a ser refractario a los protagonismos, se ha visto impulsado a proporcionarnos un texto con el que no pretende decir la última palabra, sino acaso una de las primeras, para que sean otros y la sociedad en general quienes, contando ahora con más reflexiones fundamentadas, prosigan con el trabajo inconcluso”.
Dicho “trabajo inconcluso”, con “años de estudio” y con “apenas unos meses de redacción”, sí que le otorga protagonismo, buscado o no buscado, dado que sus afirmaciones son extremadamente arriesgadas. Para empezar yerra con el nombre de la isla. El término Tamerán o Tamaran está recogido en autores como Osuna, Abreu o Bethencourt Afonso, pero no determinan si es el nombre que recibía la isla de Gran Canaria o no, ya que se pone en boca de los pobladores antiguos. Canaria, por su parte, se refiere al nombre de la isla y a la tribu que la habitaba. Algunas fuentes antiguas como Plinio el viejo o Abreu Galindo así lo recogen. En cualquier caso Tamarant con t final, parece ser a todas luces falso.
Un pacto fruto del contacto
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Imagen de Facebook del Museo Canario invitando a la presentación del libro de Normando Moreno. Fuente: Página de Facebook del Museo Canario. |
Moreno Santana asegura en su libro que “al principio fue el pacto, no la conquista”. El pacto se refiere al fijado por los Reyes Católicos y el autoproclamado “Rey de Canarias” Tenesor Semidán, rebautizado como Fernando Guanarteme. La muestra de que este acuerdo existe y es el detonante de la anexión, según el autor, es que no se incluye la isla de Gran Canaria al reino isabelino hasta la Real Cédula de 1487, cuatro años después del fin de la conquista de la isla y dos después de la anexión de Guayedra, territorio al oeste de Gran Canaria.
Normando Moreno cree que Tenesor Semidán se dejó capturar porque “en el mundo que se venía quien no fuera cristiano era mercancía”. Según esta teoría, Fernando Guanarteme sabía que debía plegarse a los intereses cristianos si quería mantener con vida su pueblo y su cultura, algo cuanto menos antinatural, más cuando podía introducir el cristianismo sin renunciar a su soberanía. Por otra parte, una cosa sería la postura de algunos guanartemes y otra muy distinta la del resto de la aristocracia y del pueblo. Recordemos los bandos de paces que existieron en todas las islas, pero también a los que lucharon hasta la muerte por defender sus islas de origen. En Gran Canaria podemos hablar del caudillo Doramas y del último guanarteme Bentejuí, que se desriscó ante la inminencia del fin de la conquista, concluida por la superioridad militar de los castellanos y no por su diplomacia. ¿Acaso fueron escenarios ficticios las batallas más importantes de la conquista como la Batalla de Ajódar? También el Guanarteme de Gran Canaria sería el artífice, siempre en consideraciones del autor, de las exenciones fiscales que ha poseído históricamente Canarias y que habría conseguido de los Austrias “a perpetuidad”, siendo estos derechos luego recortados con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII.
Normando Moreno reconoce que el “victimismo” del gobierno canario en sus relaciones con el Estado, fue la causa que le llevó a demostrar que existen documentos jurídicos por los cuales reclamar los derechos fiscales de Canarias. Estos documentos existen y “solo tienen dificultad de probanza, no de validez”. "No pretendo vivir en un paraíso fiscal, pero tampoco en un infierno tributario, y no es casualidad que sean los territorios insulares donde se asienten los paraísos fiscales, porque es una adversidad jodida", concluye Normando Moreno Santana, admitiendo la razón de ser de su libro. Quizá la aportación de estos documentos jurídicos sea interesante, pero como él mismo reconoce, hay que probarlos primero para que puedan ser tenidos en cuenta. Por otro lado, las exenciones fiscales han sido históricamente coto de un minoría social en Canarias que no revierten en el bienestar de la mayoría social.
Tufo a acción del Ministerio de la Verdad
Pese a valorar la existencia de obras que hagan referencia a la historia antigua de Canarias y que las mismas enriquezcan la discusión sobre esta etapa, las consideraciones de Normando Moreno Santana no dejan de ser atrevidas y sin base histórica alguna. Es interesante exponer los entresijos de los distintos pactos de la aristocracia canaria con la castellana, pero no vale para negar el genocidio cultural de la conquista. Nadie se imagina a un autor intentando demostrar que las decenas de muertos en la Conquista de América no tuvieron incidencia porque la conquista de ese territorio se fraguó a través del derecho. Este autor sería acusado de cómplice de la defensa discursiva de un genocidio “en el nombre de Dios”. Por lo tanto, a falta de una reposada lectura de este libro ya a la venta que permita extraer la verdadera intención del autor, la obra podría ser considerada como una falta de respeto a la memoria histórica en Canarias. Dándole la vuelta a la visión de Pávic sobre la verdad y la mentira, Moreno Santana levanta una pared opaca delante de la verdad. Quien sabe si por buscar la fama o por desconocimiento histórico.
Ha habido muchas visiones disparatadas sobre la historia de Canarias. Desde la búsqueda de la raza aria por parte de los nazis hasta los dislates históricos de los arqueólogos franquistas. El Ministerio de la Verdad siempre ha velado por cambiar la historia de Canarias, generalmente para acercarla al ámbito europeo y obviando el método científico. Preferimos pensar bien y confiar en que esa no es la intención del abogado, pero el tufo que desprende la obra de Normando Moreno Santana, es la de estar influenciado por el Ministerio de la Verdad, ese que cambia el pasado para hacerlo acorde con el presente. Suerte que nosotros todavía no hemos entrado en la fría habitación en la que entró Winston Smith y de la que salió creyendo toda la propaganda del Ingsoc. Porque “Ignorancia no es Fuerza”, sino conocimiento y rigurosidad.