Constituye el archipiélago
más reducido y próximo a Canarias de toda la Macaronesia, que no obstante, para
muchos es una parte más de Canarias. Con todo, Salvajes (Ilhas Selvagen en portugués) es hoy un territorio bajo el dominio
luso.
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Escarpada costa de Salvaje Grande. Foto: Juanjo Martín |
Pesan siglos de litigio sobre la soberanía a sus espaldas, el más extendido en el tiempo entre España y otro estado. A tan sólo 165 km de Tenerife, pero a 280 km de Madeira, con sus apenas 2,73 km2, Salvajes es hoy punto de desencuentro entre canarios, portugueses y españoles. Despoblado y bastante desconocido, han pasado discretamente por la historia humana. Sin embargo, la geopolítica parece prometerle un rol más activo en tiempos próximos.
Su mayor cercanía a Canarias trajo consigo conflictos puntuales entre España y Portugal a lo largo del tiempo, ya que, ninguno de estos estados reconocía la soberanía del otro sobre los islotes. En 1938 la Comisión Permanente del Derecho Marítimo Internacional emite un dictamen a favor de Portugal. Se vio favorecido por estar el Estado Español sumido en su Guerra Civil y, en consecuencia, no haber podido defenderse en el litigio. Con la creación de la Reserva Natural de las Islas Salvajes, los pescadores canarios no podían hacer uso de estos islotes como desde tiempos inmemoriales habían hecho sus antepasados. Nunca fue aceptado por los pescadores canarios, hecho que trajo consigo tensiones entre estos y guardas portugueses en 1976 y en el 2005.
Conflicto actual en torno a Las Salvajes
Con todo, el Gobierno Español acepta en la actualidad el estatus portugués del Archipiélago. El tema vuelve a la palestra debido a la nueva ofensiva lusa que, ante las Naciones Unidas, propondrá apropiarse de aguas territoriales canarias incluyendo a Salvajes en su Zona Económica Exclusiva (ZEE). Aunque aún no sabemos lo que puede haber bajo los más de 4.000 metros de profundidad que aquí tiene el Atlántico, la sospecha ronda sobre la existencia de yacimientos de nódulos ricos en manganeso, cobre, níquel, cobalto u otros cotizados metales. En la actualidad Portugal sólo posee las 12 millas en torno a cada isla, sin embargo la aspiración de Lisboa es explotar sus ricas aguas en un radio de hasta 370 kilómetros, si consigue, eso sí, que sea declarada una ZEE. Trazado sobre la línea equidistante entre Canarias y Salvajes, Portugal se apropiaría de una parte de la extensión marítima de Canarias equiparable a la extensión de Holanda.
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Fuente: Wikipédia Ilhas Selvagens |
La estrategia de Lisboa es elevar a la categoría de islas estos pequeños islotes, cuando el mayor de ellos ni siquiera llega a la extensión, por ejemplo, de Alegranza estando desde siempre deshabitados. El Gobierno español se ‘defiende’ argumentando que “los islotes son incapaces de sostener una población y actividad económica, por tanto la frontera debería situarse en la línea equidistante entre las Canarias y la portuguesa isla de Madeira, separadas por 240 millas”. Pero Portugal argumenta lo contrario “las islas siempre han estado sujetas a cierta explotación económica, que los guardas del parque son sus habitantes, y que si no hay más es porque las leyes de protección medioambientales lo impiden. El día que se decida poblarlas, añade, se podrá desarrollar una actividad económica basada en el turismo ecológico”. Y es que los portugueses se lo toman en serio. Por ejemplo, han clavado un buzón en la isla mayor para dejar clara su soberanía. Y si quedara alguna duda, el mismísimo presidente luso Aníbal Cavaco Silva, estuvo en julio en los islotes, donde pernoctó en el minúsculo acuartelamiento de Salvaje Grande custodiado por dos militares.
Mientras esto ocurre la pasividad de España es manifiesta, no ocurre lo mismo con otros territorios que sí parecen considerar ‘más españoles’. Gibraltar y peñas en la costa rifeña sí parecen motivo de peso para un conflicto internacional y una ‘defensa del territorio nacional’. Lo vemos en la prensa y en las manifestaciones públicas de los cargos políticos españoles. Las Salvajes al contrario, claramente vinculadas con Canarias, no son tan españolas al parecer. No están tan cerca de Madrid. El Gobierno como la prensa española califican de ‘indiscutible’ la ocupación lusa de Salvajes. Que la Canarias del futuro pierda una extensión de mar equiparable a la superficie de Andalucía es asunto nuestro. Es una cuestión de responsabilidad asumir responsabilidades y preguntarse ¿No piensa pronunciarse al respecto el Gobierno de Canarias? ¿Qué pensamos hacer los canarios? De momento la ciudadanía halanzado iniciativas como ‘Salvajes canaria’. Y es que cada vez más isleños son conscientes de que La soberanía del mar canario es vital para el futuro del Archipiélago.
Tres islas y sus islotes
El Archipiélago lo conforman tres islotes y varias peñas. La principal es la Salvaje Grande (Selvagem Grande), le sigue el Pitón Grande (Selvagem Pequena) y Salvajita (Ihleu de Fora). Salvaje Grande es la mayor y la más alta (151 m) del Archipiélago. Tiene la forma de una meseta de contorno más o menos redondeado, plana por arriba y con laderas muy pendientes que se precipitan bruscamente hacia el mar. Cuando la atmósfera está limpia, desde allí se puede ver el Teide perfectamente, a simple vista. La costa está muy erosionada por la intensa acción del mar. Es acantilada en su mayor parte, abrupta y de difícil acceso, ya que está rodeada de escollos, farallones y plataformas rocosas en todo su perímetro. Existe un pequeño desembarcadero situado a sotavento, donde se encuentra una casa en la que se alojan los guardas de esta Reserva Natural. De allí parten dos senderos hacia la llanura superior.
Gran Pitón es baja y está cubierta en su mayor parte por arenas orgánicas de origen marino. En el extremo occidental sobresale un pequeño promontorio, Pico de la Atalaya (49 m), donde se encuentra otro faro. El otro único signo de presencia humana lo constituyen el refugio: una cabaña con dos catres, una cocina de butano y unas cajas de papas, cebollas y otros alimentos. Aquí pasan estancias cada tres semanas dos guardas como Nelson Pereira y Ricardo Rodrigues, que pasan las noches escuchando emisoras de radio canarias, las únicas que se pueden sintonizar. En Salvajita no existe ninguna construcción ni huella de presencia humana, y es muy difícil desembarcar en ella.
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Meseta y montañas en el interior de Salvaje Grande. Foto: Juanjo Martín |
El clima de las Salvajes es parecido al de las costas canarias (oceánico subtropical) y junto a Madeira y Canarias forman parte de la placa africana. Con ambos archipiélagos comparte un elevado porcentaje de su flora y fauna, incluyendo varios endemismos comunes, aunque existe más afinidad con Canarias que con Madeira. A pesar de su pequeño tamaño, poseen unos altos índices de endemismos, tanto exclusivos (8) como macaronésicos (12). Curiosamente, algunos endemismos salvajenses sólo se encuentran en una isla. Por ejemplo una pequeña crasulácea (Monanthes lowei), propia de Salvaje Grande, una margarza de grandes flores (Argyranthemum thalassophilum), que únicamente crece en Salvaje Pequeña, o una tabaiba rastrera (Euphorbia defoliata), exclusiva de Salvajita. Aunque la isla más afectada por la presencia humana, la Salvaje Grande, contaba con conejos, cabras y ratones introducidos por el hombre, hoy ya no queda rastro de los mismos. Fueron exterminados para la recuperación de la isla. No obstante, en el ámbito faunístico si interés estriba en ser un santuario ornitológico.
Historia salvaje
Se atribuye el descubrimiento de las islas al portugués Diego Gomes, que las halló casualmente en 1438 cuando navegaba de Guinea a Madeira. No obstante, los islotes eran ya conocidos por los primeros navegantes europeos que arribaban a Canarias, sin embargo, ninguno había proclamado su propiedad. Se asumía que por su proximidad a Tenerife, Las Salvajes serían parte de Canarias. Los portugueses, que también aspiraban a la posesión de Canarias, dejaron constancia desde siempre sus intenciones de poseerlas. Los islotes fueron utilizados para estancias temporales durante siglos por los pescadores canarios y de Madeira. A mediados del siglo XVI, pasaron a manos de una acaudalada familia de Madeira de apellido Caiados, cuyos descendientes, los Cabral de Noronha, las conservaron durante casi cuatro siglos para un uso ocioso. Pero esta inclusión en el imperio portugués nunca fue aceptada por el español. El punto álgido de la disputa territorial llegó en 1881, cuando España decide construir un faro en las Salvajes. Lisboa protesta formalmente ante esta situación, lo que paraliza el proyecto durante 30 años. En 1904 fueron adquiridas por el banquero madeirense Luis da Rocha. En 1911, el Ejecutivo español comunica a su país vecino su intención de instalar el faro, pero de nuevo no se formaliza ningún acuerdo al respecto. Ya en 1929, el contralmirante luso Gago Coutinho declara las islas como pertenecientes a Madeira.
En 1938 la Comisión Permanente del Derecho Marítimo Internacional emite un dictamen a favor de Portugal, favorecido por estar el Estado Español sumido en su Guerra Civil y, en consecuencia, no haber podido defender sus intereses. Pese a este dictamen, España no quedó conforme y continuó sin reconocer las Salvajes como parte de Portugal. En 1971, fueron declaradas Reserva Natural por Portugal bajo la administración de Madeira. No fue hasta 1997 cuando España cedió, había otras prioridades como Gibraltar o Perejil. Fue en el marco de las negociaciones sobre el flanco sur de la OTAN, el Gobierno español admitió los derechos en superficie de Portugal.
Canarios
en Las Salvajes
Las Salvajes, igual que los caladeros y costas saharianas, fue un lugar de estancias temporales y regulares para el histórico sector pesquero canario. Durante casi seis siglos, pescadores canarios, procedentes normalmente de Puerto de La Cruz, La Graciosa y Lanzarote habitaban los islotes temporalmente. Allí permanecían unos meses, pescando y jareando los peces que capturaban, sobre todo viejas que, curiosamente, no son del gusto de los portugueses. En tierra se dedicaban a coger crías de pardela, a las que colgaban boca abajo de una liña para extraerles el famoso aceite de pardela, un remedio muy eficaz en el tratamiento de llagas, eczemas, psoriasis y otros problemas de la piel. Otra actividad fue la cría de ganado caprino y el cultivo de la barrilla. Una ganancia extra la obtenían recolectando orchillas en los acantilados costeros, que se cotizaban a buen precio en los puertos canarios.
"Toda la vida se ha ido allí", comenta Salvador Toledo, presidente de la Cofradía de Pescadores de San Ginés de Arrecife, y uno de los pescadores expulsados por la Marina portuguesa de las aguas que rodean las Salvajes. "Nuestros antepasados se asentaban una temporada y pescaban vieja, que ponían a secar", explica. Para Lisboa, sin embargo, "la presencia canaria en las Salvajes era ilegal", ya que incumplía unas licencias que, a su vez, no eran reconocidas por los españoles. La declaración de Salvajes como Reserva Natural (1971) por los portugueses, acabó con esta centenaria tradición canaria.
Actualmente, son administradas por el Gobierno Regional de Madeira, y para visitarlas es necesario solicitar un permiso especial a las autoridades de esa región autónoma, que mantienen un estricto control sobre cualquier actividad que se lleve a cabo en ellas, incluyendo severas sanciones a los infractores. Aún así, los canarios no hemos dejado de estar profundamente ligados a Las Salvajes. Los pescadores profesionales de nuestras islas ya no van a las Salvajes, pero según Portugal, sí lo continúan haciendo muchos aficionados a la pesca submarina. Pero los canarios también hemos contribuido a conocer y proteger mejor su naturaleza. Don Telesforo Bravo, por ejemplo, las ha visitado en muchas ocasiones, y sus estudios geológicos constituyen uno de los pilares básicos del conocimiento científico de este archipiélago. El Museo de Ciencias Naturales de Tenerife también ha organizado varias expediciones científicas a las Salvajes, la primera de las cuales se remonta a 1976 y fue dirigida precisamente por D. Telesforo, a la sazón director del museo. La más reciente, en abril de 1999, contó con la colaboración de investigadores lusos.
Resulta difícil que, independientemente del estado que posea la soberanía de Salvajes, los canarios seamos desgarrados para siempre de su esencia. Nuestra proximidad, vinculación histórica y cultural son un hecho. Si bien proteger el medio ambiente de este increíble paraje es de sentido común, no lo es menos reconocer la vinculación natural de Canarias con Salvajes. Lo fundamental es no olvidar, recordar el hambre que estas islas mataron a tantas generaciones de familias canarias.
Para saber más:
GÚELL, Oriol. 2008. El litigio más largo. El País.
JIMENEZ BARCA, Antonio. Perejil renace en el Atlántico. El País. 15-09-2013
SÁNCHEZ, Lázaro,
PEREZA ANDREU, Pinto. Las islas Salvajes. Un archipiélago diminuto. ACEC “Viera
y Clavijo”.