Pancho Guerra (1909-1961) fue un escritor y periodista canario, originario de Tunte
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Escultura de Pancho Guerra junto a la Biblioteca de Tunte. Escultura de Santiago Vargas de 1968. Foto: Blog Esculturas en Gran Canarias (esculturasdegrancanaria.blogia.com). |
En las creaciones literarias concebidas desde el Archipiélago, tiene una parada obligatoria el creador Pancho Guerra. El escritor de Tunte ha pasado a la posteridad de la literatura popular canaria, por ser el conformador de una personalidad propia forjada en los barrios pobres de Las Palmas de Gran Canaria en un momento de cambio, tras un excelente trabajo etnográfico sobre todo en el ámbito lexicográfico. La pachorra del isleño se cambió por la celeridad de la ciudad que emergía a principios del siglo XX y en ese momento de tránsito, Guerra consigue tomar una foto fija que combina el humor, la socarronería y las miserias de la vida, contadas desde la actitud isleña. Hablar de la historia del pueblo de Tunte y sus personajes ilustres, no puede pasar por alto a uno de sus hijos predilectos, Francisco Guerra Navarro. Pancho, el de Tunte.


Pancho Guerra nació en San Bartolomé de Tirajana el 11 de junio de 1909. Hijo de una familia de clase media, su municipio natal cuenta hoy con una calle con su nombre y delante de la casa donde nació, en el lugar conocido como La Montañeta, hay una inscripción que reza “Aquí nació y vivió Francisco Guerra Navarro”. En 1923 se muda a Las Palmas de Gran Canaria, donde su padre ejerce como profesor en el barrio de San José. En la capital reside en la calle López Botas número 20, hasta su traslado a Triana. Durante sus estudios descubre la obra de Tomás Morales. En 1932 termina sus estudios de Bachillerato, pese a tener un cierto desinterés por las cuestiones académicas y una actitud un tanto bohemia.
Pancho no olvida su Tirajana, donde acude en las vacaciones. Allí tomaba notas de la forma de hablar y vivir de sus habitantes y solía tocar el timple por las noches. Pero el creador de Pepe Monagas había comenzado su labor etnográfica cuando tenía 18 años, haciendo una radiografía de la forma de ser y hablar de los habitantes de Vegueta, el Puerto y sobre todo los Riscos. Fruto de ese trabajo empieza a publicar “Los Famosos Cuentos de Pepe Monagas” desde 1929 en el Diario de Las Palmas y también en el Noticiario del Lunes. Cuando llega la Guerra Civil, Pancho Guerra se integra en la “Escuela de Luján Pérez” y la “Sociedad de Amigos del Arte Néstor de la Torre”, lo que le pone en contacto con buena parte de la cultura que se respira en la capital.
Portada de uno de los libros de cuentos de Pepe Monagas editados por La Provincia/DLP. Foto: Bienmesabe. |
En 1947 se marcha a Madrid donde trabaja para el periódico Informaciones, trabajo que le consiguen sus amigos Carmen Laforet y Manuel Cerezales. Allí escribe crónicas judiciales y reportajes sobre la capital española con el seudónimo de Doramas. Sus crónicas judiciales fueron apreciadas y estaban repletas de elementos literarios e irónicos. Informaciones fue un periódico conservador fundado en 1922, que estaba vinculado en sus inicios al banquero Juan March. Durante la agonía de la dictadura, este diario estuvo dirigido por Juan Luis Cebrián y sería el germen del diario El País.
La vida de Guerra en Madrid no dejó de ser disipada, como había sido en Canarias. Vivía de realquilado y no pudo trasladarse con mucha frecuencia a Gran Canaria, por su falta de control a la hora de gastar el dinero que ganaba. Una de los lugares predilectos del escritor fue el Hogar Canario de Madrid, desde donde manda algunas crónicas al Diario de Las Palmas. Allí se reúne con su amiga y escritora de la novela “Nada”, Carmen Laforet, Vicente Marrero o Paquita Mesa, todo esto amenizado por “la voz torrencial y brillante de Alfredo Krauss, cuyas isas levantan los pies del suelo”, según narra en una de sus crónicas, añadiendo que esas isas conseguían aplacar en parte la magua de los isleños que vivían en la metrópoli.
Pancho Guerra fallece inesperadamente el 3 de junio de 1961, tras una parada cardíaca durante una sesión de cine en Madrid. Según testimonios de sus más allegados, Pancho estaba pensando sentar la cabeza e incluso formar una familia, algo que no se pudo dar. Estos mismos amigos inauguran la “Peña Pancho Guerra”, con el objetivo de publicar toda su obra inédita y dispersa. Entre estas obras destaca “Léxico popular de Gran Canaria”, terminada por la peña del escritor y el empeño de Miguel Santiago. Hoy la conocemos como “Contribución al léxico popular de Gran Canaria”, publicada en 1977 y editada por la Mancomunidad de Cabildos. Aparte de esta obra y los cuentos, entremeses y memorias de Pepe Monagas, Pancho Guerra también adaptó para el teatro las obras “La umbría” de Alonso Quesada y “Nada” de Carmen Laforet.
Pepe Monagas, paradigma identitario
Columna de Manuel Cerezales en homenaje a Pancho Guerra. Foto: Bienmesabe. |
Si por algo Pancho Guerra ha pasado a la posteridad en la literatura y cultura canaria, es por su personaje Pepe Monagas. El escritor de Tunte usa a Monagas como personaje estereotipado, cuya forma de hablar es propia del léxico popular de los Riscos y de los “maúros” de Gran Canaria. La criatura de Guerra fue genialmente interpretada por Pepe Castellano en su versión hablada. Sus historias fueron llevadas al teatro y son recurrentes en los ámbitos más populares, como entremeses teatrales.
En los relatos sobre este personaje se combinan varios elementos etnográficos, como la descripción de los oficios antiguos (tartanero, carpintero, latonero, etc.). Otra de las características es la “chispa fácil” con la que cuenta el personaje. Son varios los cuentos en los que “apreba” el ron de Arucas y afirma que “buen cordón tiene”. Las historias van construyendo el humor desde situaciones dramáticas de la vida como la muerte, la emigración, la enfermedad o la miseria, siempre con un marcado carácter socarrón y propio de los isleños. Los relatos comienzan con una descripción previa, se expone la situación y concluyen con un final generalmente irónico o exagerado. Pancho Guerra describe a Pepe Monagas de la siguiente manera:
“Más bien feo que bonito (dice de él el narrador) con las narices sobre el chorizo del país y la boca sobre la alcantarilla, Pepe tenia, no obstante, un reburujón, un muñequeo, un déjame entrar, parecidos a la guindilla, que sonsa, sonsa, se va dejando dir pal pie y acaba desmayando y encendiendo a la vez. Risueños y brillantes los ojos, listo el pico, tanto para arrullar como un palomo buchudo, como para soltar un dicho atómico; atrevidillo por otra parte, y con tino para saber cuándo cuadra engodo y cuándo cabe lance, mujer a la que echaba la tarraya era mujer lista.
(...) Pepe ha vivido siempre al día, más con el cielo y la tierra que con dineritos en cantidad, que ni sabría ganar con afanes y complacencia de hormiguita, ni podría, como ésta, retener.
(...) Cierto que era inclinado a cargar trasero, escurriéndole el bulto a trabajos "retundidores", como él decía; pero cierto también que se las agenció siempre para que no faltaran en su bolsillo el par de pesetas y en su casa potaje, aunque fuera de enredaderas. Desde cortar y trabar aretes para los turrones, hasta endengar la más aseada trampa de luz, de cada cosa sabía Monagas un pizquito” (ARENCIBIA, 1993; 38).
Simón Benítez, por su parte, lo compara con los personajes costumbristas de Alonso Quesada en “Crónicas periodísticas”:
“Vivía Pepe Monagas en su casa del Risco, dedicado a sus mil enredos y trapacerías, sin que nadie parase en él la atención. Alguna vez hablóse de sus buenos golpes en la botica donde Robaina, Chirino, Fabelo, Galindo, Camejo y don Felipe Centeno vertían sus comentarios de la ciudad y de la noche que, sorprendidos por el malogrado poeta "Alonso Quesada" constituyeron la crónica humorística isleña de fina gracia insuperable” (Op. Cit; 36).


Reducir a Pancho Guerra al personaje de Pepe Monagas y a su relación con los Riscos, no permite entender la dimensión del creador tirajanero. Para la “Peña Pancho Guerra”, el escritor y periodista retrata la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria cuando sufre un cambio: la pachorra se cambia por más celeridad, la vida individual disipada se cambia por los trabajos excesivos (“corrían otros tiempos en que la calderilla escaseó más que la vergüenza”) y la supervivencia se expresa al límite (“vendía queso, él dice que de Guía, aunque fuera de Agaete”).
Algo así reconoce Pancho cuando define la forma de ser del canario:
“El isleño es mimoso y susceptible, por causa de la temperie. Los días de panza de burro; los inciertos entre sol y sombra, con un viento por rachas que se divierte en las esquinas insulares con los manteos de los canónigos y los sombreros de los calvos y de los socios del Casino; los días de lluvia pegajosa como una mujer fea emperrada: esos días de "mala tiempla", el hombre del país es una tunera. Se calla como un tocino, al acecho que le den coyuntura para clavar una lezna o meter una coz de muía de cuartel. Y cuando abre la boca, tira una presa. (...) En cambio, si el tiempo está bueno, templadito y tal, echada la marea, tibito el sol, un perro el viento y eso: entonces es buenísimo. (...) En días tales el insular tiene hasta ganas de volver a las relaciones con ese montón de gente con la que no se lleva y con la que se peleó, entendiendo que para jediondos más vale solo” (Op. Cit; 45).
Yolanda Arencibia, por su parte, asegura que en Pancho Guerra se aúnan dos cualidades: por una parte, la naturalidad y la frescura de sus escritos que conecta con la comunidad que lo lee, un rasgo propio de la literatura popular. Por otro, una interpretación detallada de lo que suponen la nostalgia o la ironía de sus textos, todo eso con el humor innato con el que cuenta Guerra. No cabe duda de este innato humor de Pancho Guerra, expresado en una obra esencial para entender el alma de los barrios de Las Palmas de Gran Canaria.
Para más información…
ARENCIBIA, Yolanda (1993). Pancho Guerra o el amor a lo propio. San Bartolomé de Tirajana: Ayuntamiento. 79 p. Digitalización disponible en la Memoria digital de Canarias (mdC) de la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
GUERRA NAVARRO, Francisco (1972). Colección completa de Los cuentos famosos de Pepe Monagas. Madrid: Asociación "Peña Pancho Guerra", 1968-1972. 5 tomos, 785 p. Digitalización disponible en la Memoria digital de Canarias (mdC) de la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
GUERRA NAVARRO, Francisco (1948). Los cuentos famosos de Pepe Monagas. Incluye los Papeles de Roque Morera, prólogo de Simón Benítez Padilla y portada y viñetas del pintor Felo Monzón. Madrid: Gráficas Nebrija. 160 p. Digitalización disponible en la Memoria digital de Canarias (mdC) de la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
GUERRA NAVARRO, Francisco (1958). Memorias de Pepe Monagas. Madrid: Artes gráficas Ibarra. 429 p. Digitalización disponible en la Memoria digital de Canarias (mdC) de la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
WIKIPEDIA (2013, septiembre 17). Francisco Guerra Navarro, Wikipedia, Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Guerra_Navarro (consultado el 22/04/2014).
* Artículo de Raúl Vega publicado originalmente en el libreto de la IIIª Ruta de los Alzados.