Querido Gabriel García Márquez:
Ahora que te has ido debemos confesarte algo: nuestro proyecto está también impregnado por el espíritu macondiano. Cuando decidimos crear esta web hablamos de darle un nombre literario que definiera a todo el Archipiélago y sus ochos islas, aunque el nombre hable de Sietesitios y no de ocho, pero ahí están todas las islas y los islotes incluidos. Así lo concibió también Víctor Ramírez para su novela “Sietesitios queda lejos”. En el debate que gestó este proyecto, hablamos de nuestro Macondo, ese pueblo que repite una y otra vez su historia y que no aprende nada del pasado. Aquí también las mismas familias se repiten por generaciones. En tus años de soledad te centras (perdona que te tutee) en los Buendía, pero en Canarias podríamos hablar de los Santana, los Martel, los Cabrera o los Marrero. En nuestro Macondo posiblemente algún canario fusilado en la Guerra Civil se acordó en el pelotón de fusilamiento del día en que su padre lo llevó a ver la nieve y otros, en cambio, volvieron encogidos e irreconocibles tras haber luchado con los malos en la Guerra. Por obligación, claro.
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Foto: Los Matuastos (Periodismo) |
Algunos dicen que Macondo está inspirada en tu localidad natal, Aracataca. Allí, con apenas unos meses, compartiste espacio con los obreros que eran asesinados en 1928. Hiciste de esa historia local una oda a la universalidad, con una obra traducida en lenguas tan dispares como el chino, el esloveno o el wayuunaiki (lengua hablada en la frontera entre Colombia y Venezuela). “Cien años de soledad” ha atrapado a lectores de los cinco continentes. Hoy muchos se suben al carro de lamentar tu muerte, cuando no han cogido nunca un libro tuyo en las manos o directamente no lo han entendido, lo cual es más grave. Si lo hubieran entendido se darían cuenta de que miraste a tu entorno más cercano para contar una historia, que la misma historia hizo universal. Esos que te halagan buscan pedigrí en espacios fuereños, dando la espalda al espacio en el que viven. Los que te jalean consideran ajenos o menores a los escritores canarios y creen que las historias que le cuentan sus abuelos, solo sirven para dormir los domingos por la tarde después de la comida.
Gabriel te confieso una cosa: Macondo no solo es Aracataca, no solo es Colombia, no solo es la comparación que ahora hago con Canarias, mi Sietesitios. Macondo, por lo menos así lo veo yo, es una metáfora de toda América Latina. Ese continente con el estigma de haber sufrido tres siglos de colonialismo y contar con un vecino poderoso y enterado, capaz de financiar a sátrapas de la calaña de Videla, Pinochet o Trujillo, por defender sus intereses. Reconociste los males americanos, pero luchaste contra ellos. Como dice la canción de Calle 13, le gritaste a los que quieren jugar con tu continente, “soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina” y a caminar en pro de una América Latina digna te dispusiste. Como nuestra Canarias, que también sufre el estigma de haber sido colonizada y se comporta como una muchacha fea que no ha sido invitada al baile, cuando es preciosa. Hablando del estigma de la colonización, el otro día conocí en referencia al idioma siciliano, que no cuenta con una academia que regula su uso, porque son los mismos habitantes de la isla los que consideran que es un idioma de brutos y algo atrasado. Sicilia ha sido colonizada muchas veces y por distintos pueblos a lo largo de su historia. Nosotros también luchamos porque Canarias sea digna y rompa el círculo vicioso de su historia, para mirar al futuro de frente y con la cabeza alta.
Creo que no conociste Canarias, Gabo, y no sabes lo que te perdiste. No te voy a hablar de sol, playa o paisajes, te hablo de sus gentes, de su forma de ser, de cómo respira este pueblo. Nosotros tampoco tenemos piernas, pero caminamos. Ahora hay que intentar correr, para después esprintar. Seguro que hubieras encontrado muchas similitudes con tu continente, un continente que en idas y venidas también ha forjado el Archipiélago, como modestamente nosotros también hemos aportado a América. Me da un poco de rabia ver a “ciudadanos del mundo” que buscan siempre referencias lejanas y descentradas, lamentando torpemente tu muerte. Si tú hubieras podido explicarles que te abriste al mundo intentando mejorar tu pueblo, si les hubieras dicho que para que crezca un árbol hay que plantar bien las raíces, si les llegas a confesar que Macondo era parte de ti y que se lo querías enseñar al mundo, seguramente tú también serías un escritor ajeno, insignificante, provinciano. Un costumbrista sin remedio en un mundo que tiende a la globalización, dicen los que se han aprendido la canción de carrerilla. Pero no temas Gabo. Las librerías no contarán esta parte, no dirán que Fidel Castro era tu amigo, que eras un escritor de izquierdas, que eras más de Chávez que de Uribe. Eso te convertiría en maldito y no se llenarían los bolsillos a costa de tu muerte. Por supuesto, te aclaro que eres más auténtico como eras que como te quieren pintar.
Un abrazo fuerte, amigo y buen viaje de regreso a Macondo.
Sietesitios, 23 de abril de 2014.